Hablamos con María Modesta Ballesteros Canteras, miembro del Grupo de Intervención en Catástrofes y Emergencias (GIPCE) de Jaén
Con motivo del Día Internacional para la Prevención del Suicidio, el Grupo de Intervención en Catástrofes y Emergencias (GIPCE) del COPAO en Jaén participará en la mesa redonda “Jornada sobre la Prevención del Suicidio”. Ésta constará, en primer lugar, de una mesa redonda donde María Modesta Ballesteros ofrecerá una charla. Ésta se titula “Prevención e Intervención en Suicidio” y ofrecerá algunas claves para prevenir y actuar ante este fenómeno. A continuación, el Cuerpo de Bomberos de Jaén ha organizado un simulacro de suicidio en el que participará un grupo de integrantes del GIPCE. Hablamos con Ballesteros Canteras de cómo será la actividad y cómo es la intervención psicológica en casos de suicidio.
¿En qué consistirá la participación del GIPCE de Jaén en las actividades?
En primer lugar, se ofrecerá una charla sobre intervención y prevención del suicidio. Pero el grueso de las actividades se desarrollará durante el simulacro que ha organizado el Cuerpo de Bomberos de Jaén. En primer lugar, las Fuerzas de Seguridad intervendrán y, una vez la persona que simule intentar cometer un suicidio esté fuera de peligro, será cuando hagamos nosotros nuestro trabajo.
¿Qué condiciones se deben dar para que los/as psicólogos/as inicien ese acercamiento?
Habitualmente, se hace cuando se está fuera de peligro. Pero en muchas ocasiones no es posible. En estos casos, lo que sí que es necesario que los/as psicólogos/as tengamos toda la información posible. Es decir, sus datos personales, qué le ha llevado a intentar suicidarse, si padece alguna enfermedad, si cuenta con apoyo familiar o de amigos/as, etcétera. Una vez disponemos de todos esos datos o su mayor parte, iniciamos el acercamiento. Éste se lleva a cabo de una manera muy gradual y con buena comunicación. Es necesario ir conectando con la persona. Para eso existen técnicas específicas como el counseling y el empleo de un lenguaje muy sencillo y directo. Es decir, hay que utilizar frases muy cortas y muy directas. Y sobre todo, siempre transmitirle que nos importa su caso.


Cuando se hace una intervención de emergencias con un caso de suicidio, es necesario medir la comunicación verbal y no verbal
Suponemos también que, en esas situaciones tan delicadas, existen unas “líneas rojas” que no se deben cruzar bajo ningún concepto…
Es importante no juzgar, no evaluar y tratar de no descalificar. Hay que dejar que esa persona hable y exprese sus sentimientos. Los/as psicólogos/as que intervenimos en un caso de suicidio debemos actuar con mucha tranquilidad. No nos podemos permitir transmitir ni nerviosismo ni inseguridad. Y, sobre todo, tenemos que cuidar también cualquier movimiento o nuestro lenguaje no verbal. Y es que un/a suicida es una persona que, en esos momentos, tiene un elevado nivel de activación. Se trata de una persona que está desesperanzada y es necesario rebajar ese nivel de activación. Por lo tanto, se corre el gran peligro de que cualquier gesto nuestro, aunque sea de manera inconsciente, incline la balanza hacia el desenlace que queremos evitar a toda costa. Para bajar ese nivel de activación, es muy importante que le dejemos expresarse, que ventile emocionalmente… Por eso es tan importante la escucha activa.
Muy importante también saber medir los tiempos, ¿verdad?
Claro. Hay que saber escuchar y tener una gran capacidad para detectar esos momentos en que se puede incidir y aprovechar para inclinar la balanza a nuestro favor. Para eso, es muy importante que siempre tengamos la mente muy fría y, repito, la forma de hablar, el emplear frases cortas, yendo siempre desde lo general hacia lo particular, para ir acercando posiciones. El tono de voz también es muy importante. Debemos emplear un tono cálido y que transmita empatía.


¿Cuánto puede durar una intervención psicológica de emergencia para evitar un suicidio?
No te sabría decir bien. No hay una media establecida porque cada caso es único. Recuerdo una ocasión en que se prolongó durante un día entero. Se trataba de una persona que se había encadenado a una pared para tirarse y cuando se convocó al GIPCE, ya llevaban las fuerzas de seguridad todo el día tratando de negociar y, cuando vieron que era un momento seguro para que interviniésemos, nos avisaron.
Lo que sí que hay que tener claro y siempre digo es que, en estos casos, un/a psicólogo/a no debe tener nunca prisa. Porque cualquier gesto, palabra o movimiento se puede malinterpretar y terminar en un desenlace fatal. Una persona que trata de quitarse la vida se encuentra inmersa en un sufrimiento enorme y lo que requiere en esos momentos es sentir que estamos ahí, que nos importa su caso.
No debemos perder de vista nunca que una persona con conducta suicida tiene lo que se conoce como una “visión en túnel”. Su sufrimiento y su angustia son tan grandes que solamente ven eso y lo único que ansían es acabar con ese dolor. De manera que la única salida que encuentran es acabar con su vida.


Y después de esa intervención que podríamos cualificar de “in extremis” ¿Qué viene?
Una vez que se ha conseguido neutralizar a esa persona, se le lleva a un lugar seguro donde tratamos de informarle sobre las opciones que tiene. Se le intenta hacer ver que hay otras salidas a su situación. También se le comunica y se le hace comprender que no está solo/a, que existen grupos de apoyo, personas de su entorno y profesionales que le pueden ayudar. Esto último es fundamental, que esa persona cuente con una ayuda profesional y un seguimiento adecuados.
¿Cuánto tiempo lleva usted trabajando en intervenciones de este tipo?
Me incorporé al GIPCE en 2005-2006. Pero éste ya llevaba trabajando en Jaén desde mucho antes. En esos momentos, manteníamos una colaboración con el servicio del 061 por medio del que nos avisaban ante cualquier emergencia de estas características. Esto nos ha permitido adquirir una gran experiencia en asistencia psicológica en casos de suicidio, tanto a nivel presencial como vía telefónica.
Ahora mantenemos este mismo tipo de colaboración. Pero, en este caso, con el servicio de emergencias 112.